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Bruno Ané señala prioridades en salud en América Latina, aborda la cooperación internacional durante la pandemia de la Covid-19 y las medidas post-pandemia
— El VII Pódium publica una serie de entrevistas previas al VII-P que se realizará en la Universidad de Ginebra, el 13.03.2023, bajo el título «Enfoque multilateral de la integración latinoamericana. El desarrollo sostenible». Serie de entrevistas pre-pódium realizadas por Luis Vélez Serrano de PuntoLatino.
Bruno Ané se desempeña como Oficial Técnico de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra. Trabaja en el Departamento de Salud & Alianzas Multilaterales promoviendo el vínculo de la OMS con los parlamentarios de todo el mundo. Es licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador (USAL), Buenos Aires. Realizó estudios de posgrado en Políticas Públicas como becario Chevening en King’s College London. Es además creador y productor del podcast sobre política internacional “El Ginebrino”.
— ¿Qué prioridades multilaterales ve Usted en materia de salud en América Latina?
— Cadena de producción en materia de vacunas y medicamentos: América Latina y el Caribe debe continuar en la senda activa para promover e impulsar la producción local de productos médicos, basados en transferencia de conocimiento y tecnología, mejoras en presupuesto para dichas iniciativas, y la clara voluntad política para transformar este eje en una prioridad nacional y regional. Las capacidades identificadas en la región en países como Argentina, Brasil y México son un claro ejemplo de las potencialidades con las que contamos.
Es importante generar un diálogo más comprensivo con las grandes farmacéuticas, que incluya la exención temporal a los derechos de propiedad intelectual y la transferencia de tecnología para lograr mayor capacidad y que aquella instalada a nivel global no se siga desaprovechando en situaciones críticas como una pandemia. En este sentido, vale destacar el rol activo que tuvo Argentina durante la Asamblea Mundial de la Salud en 2021 defendiendo y acompañando la resolución de producción local de medicamentos (WHA74.6).
Enfermedades infecciosas: Nuestra región cuenta con un alto número de personas que sufren de enfermedades tropicales desatendidas, que requieren mayor atención para su investigación y tratamiento.
Protección del derecho de la salud como una forma de proteger los derechos humanos. Nuestra región cuenta con foros y mecanismos de discusión donde este debate resulta cada vez más presente. El derecho a la salud incluye, entre otros, el acceso oportuno, aceptable y asequible a servicios de atención de salud de calidad suficiente.
Determinantes sociales y económicos de la salud. América Latina y el Caribe representa una de las regiones más desiguales del mundo. Si la educación y salud de calidad y la creación de empleo genuino y sostenible no son gestionados de forma adecuada, jamás podremos asegurar el acceso óptimo y el derecho a la salud.
— ¿Qué puntos fuertes y menos fuertes podría citar de la cooperación internacional contra la pandemia de la Covid-19?
— Entre los puntos fuertes de cooperación internacional durante la pandemia del COVID-19, el ensayo clínico internacional denominado “Solidarity Trial” gestionó un nivel de coordinación entre diversas partes nunca antes visto. Esta iniciativa representó el mayor ensayo aleatorizado de control del mundo sobre los tratamientos para el COVID-19 y generó pruebas concluyentes sobre la eficacia de los fármacos utilizados.
Estos ensayos clínicos de productos de diagnóstico y terapéuticos representaron una movilización de recursos, voluntad y capacidades técnicas de los Estados, compañías, centros de investigación jamás antes vista. Los avances logrados por el ensayo terapéutico SOLIDARITY demostraron que era posible realizar grandes ensayos internacionales, incluso durante una pandemia, ofreciendo la promesa de responder de forma rápida y fiable a cuestiones críticas de salud pública relativas a la terapéutica.
La ejecución del ensayo se benefició de los conocimientos técnicos de un equipo mundial compuesto de científicos e investigadores internacionales del mundo académico, institutos de investigación, el sector privado y organizaciones de investigación de países en desarrollo.
En cuanto a los puntos débiles de la cooperación internacional, en los albores de la pandemia, la narrativa interna que regía los diálogos de la política multilateral en Ginebra se caracterizaba por la sobreabundancia y la pomposidad de discursos en materia de solidaridad y cooperación, sin importar las fronteras, el signo político o la ideología de turno. Sin embargo, como la realidad es la única verdad, con el correr de los meses y con la incipiente distribución de vacunas nos encontramos en una situación totalmente contraria a la expresada en los foros multilaterales: Diez países llegaron a concentrar la aplicación de más del 70% de todas las vacunas, mientras que África apenas superaba el 1% de personas vacunadas completamente.
Para los meses de agosto y septiembre de 2020 países de renta alta ya habían asegurado lotes descomunales de vacunas, que en algunos casos duplicaban o triplicaban la cantidad necesaria para vacunar a sus poblaciones (EE UU, 800 millones; UE, 500 millones y Reino Unido, 270 millones). Los países centrales que contaban con industrias farmaceúticas fuertes conocían de antemano que ante una emergencia como esta, la distribución de vacunas inclinaría la balanza a su favor. Bien podría decirse que estas negociaciones bilaterales les aseguraron un lugar en la pole position, al tiempo que relegaron de la distribución al resto del mundo.
— ¿Y después de la pandemia? ¿Qué medidas se pueden contemplar en la post-pandemia?
— A nivel multilateral, es de suma importancia evitar la atomización de los esfuerzos y fortalecer las instituciones con las que contamos, al tiempo que reconocemos sus principales retos, limitaciones y fallas.
En este sentido, la discusión en torno a un convenio, acuerdo u otro instrumento internacional de la OMS sobre prevención, preparación y respuesta ante pandemias, juntos con las discusiones sobre la reforma del Reglamento Sanitario Internacional (RSI), son totalmente necesarias para emprender un camino más justo que aborde la salud desde una perspectiva multidimensional que aseguren el acceso a medicamentos, su asequibilidad y la equidad en la distribución, entre otros factores.
La Asamblea Mundial de la Salud, en particular, y la salud global, en general, han adquirido una gran carga política, y los líderes nacionales reconocen ahora que los determinantes de la salud y la seguridad económica están interrelacionados. Llevar la salud mundial al siguiente nivel implica un nuevo enfoque global y requiere cambios en la forma en que los gobiernos enfocan la salud y la financian. La salud ya no puede ser sólo asunto del Ministerio de Salud o del sector sanitario, y una cartera menor en el gobierno, sino de toda la sociedad.
La segunda prioridad es la Financiación Sostenible de la OMS. Generar un marco financiero que sea más previsible y flexible, y que resuelva la profunda discrepancia entre las expectativas del mundo respecto de la OMS y los recursos financieros de la Organización es de vital importancia. Depender tanto de la generosidad de los donantes se considera como una amenaza para la independencia, la agilidad y la capacidad de la OMS de seguir siendo la principal autoridad mundial de coordinación en materia de salud mundial.
Las lecciones que nos deja el COVID-19 son vitales para prevenir o al menos prepararse para la siguiente pandemia, pero no debemos olvidar que estructuras como la OMS son imperfectamente fundamentales para evitar que la codicia y el egoísmo inherente del sistema internacional prevalezcan por sobre el interés colectivo.
— ¡Muchas gracias Señor Ané!